En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido». Efesios 1:13
La marca del sello del Espíritu Santo es lo que garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios para alabanza de Su gloria (Efesios 1:14). Si hablamos en términos de mercadeo, la marca representa «una imágen o un ideal en la mente del consumidor que excede las características específicas de la mercancía». Como punto importante se destaca que la marca «tiene un valor por sí misma», más allá del producto o servicio en cuestión.
Por muchos años, el ser «creyente» se ha distinguido por tener la marca de ser «cristiano». Y lamentablemente muchos, no todos, de los que han cargado esa marca, han mostrado ser de muy mala y baja calidad, «devaluando» así el valor real de lo que es ser un creyente. En este tiempo, el Espíritu Santo está despertando el espíritu de los que una vez creyeron y aceptaron el mensaje de la salvación. Los está despertando -no para que lleven la marca del «cristiano»- sino para que muestren al mundo el verdadero valor que proviene tan sólo de nuestro Creador.
Recientemente leí que en la sociedad en la que vivímos la gente le pone precio a otros. Pero es importante que nosotros mismos entendamos que no tenemos precio, sino que lo que tenemos es valor. Y si algo ha faltado dentro de la iglesia, es el reconocer nuestro valor a través de la sangre de Jesús y del Espíritu Santo que nos ha sellado. Hemos permitido que nos pongan precio por la labor que ejecutamos dentro de un templo, por los títulos que hemos obtenido y por los discipulados que nos hacen creer que estamos en cierto nivel, ya sea más arriba que unos, pero siempre más abajo que otros. Esto lo hemos aceptado como correcto, pero la Palabra a mí me dice que el quiera ser más grande, sirva y el que quiera ser el primero, sea siervo (Mateo 20:26-27). Esto es lo que nos enseña la Biblia y si tienes todo, pero no sirves para servir, estás en desobediencia. ¿No te habías dado cuenta? Te creo, porque hemos dejado a un lado la Palabra y hemos abrazado los sistemas que rigen la «iglesia».
Pero te vuelvo a repetir la buena noticia: el Espíritu Santo está despertando el espíritu de los que han sido sellados. Despertando el deseo de buscar Su presencia, de conocer al Padre, de estudiar y entender Su palabra y de imitar a Jesús y no a otro que se crea santo. Eso es lo que está pasando ahora; y si tú estás inconforme a causa de la rutina, de la religiosidad, de experimentar las mismas cosas, necesitas volver a los brazos del Padre Eterno y necesitas afirmar tu identidad como Hija.
Tu valor no depende de lo que eres, sino de a quién le perteneces y lo que representas a causa de la marca que ha sido sellada sobre ti. Escoge hoy el valor que te da el ser hija y heredera.
Lisandra