Mientras buscaba la definición de lo que es “armarse de valor” me encontré con estos sinónimos: cobrar ánimo, sobreponerse, tener valor, pero el que llamó mi atención fue “sacar fuerzas de flaqueza”. Esta frase está literalmente en Hebreos 11, capítulo donde encontramos a los Héroes de la fe.
¿Qué más voy a decir? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, Samuel y los profetas, los cuales por la fe conquistaron reinos, hicieron justicia y alcanzaron lo prometido; cerraron bocas de leones, apagaron la furia de las llamas y escaparon del filo de la espada; sacaron fuerzas de flaqueza; se mostraron valientes en la guerra y pusieron en fuga a ejércitos extranjeros.» Hebreos 11:32-34 NVI
Este capítulo comienza mencionando a Abel y continúa con Enoc, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, José, Moisés, la prostituta Rahab y termina hablando de hombres y mujeres “anónimos”. No sé si alguna vez te has dispuesto a leer y estudiar la vida de cada uno de estos “personajes” o si solo conoces a algunos por las canciones que aprendiste en la escuelita bíblica. Esas canciones solo te enseñaron la gloria, pero no la historia de dolor, de frustración, de decepción, de temor, de angustia, de rechazo, de traición, de sentimientos de abandono, de baja estima, de culpa, de insuficiencia, en fin, me atrevo a resumirlo a sentimientos que tú y yo hemos experimentado alguna vez en nuestra vida y hoy quizá, seguimos experimentando algunos de ellos. Que aunque quizá hoy no te dominen es porque sabes y has aprendido a llevar cautivo cada uno de tus pensamientos a la obediencia de Cristo.
Sacar fuerzas de flaqueza significa (según mi búsqueda en google): “esforzarse mucho para hacer algo en momentos desfavorables; hacer un esfuerzo suplementario cuando parece que ya no quedan fuerzas, ni físicas ni morales, para lograr lo que se pretende; hacer un esfuerzo extraordinario a fin de lograr aquello para que se considera débil impotente.” Hoy sentarme a escribir ha sido un reto y literalmente me he obligado a completar lo que “será o es” mi retorno a lo que una vez fue un sueño, este blog, Sellada con Propósito. Tú sabrás en que necesitas “armarte de valor”, pero antes de que empieces con tu reflexión, quiero que leas el verso 39 de ese mismo capítulo que antes mencioné: “Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vio el cumplimiento de la promesa.”
Wow! Ellos esperaban al Mesías, esperaban a un libertador, esperaban lo que los profetas habían dicho y ellos creyeron, pero nunca lo vieron.
Hoy tú y yo tenemos la evidencia de que esa promesa se manifestó hace más de dos mil años atrás. Tenemos los evangelios que nos hablan de Jesús y nos cuenta parte de su historia, de su travesía en esta Tierra. No solo nos deja saber parte de su travesía aquí en la Tierra, sino que nos muestra quien realmente fue Jesús. Filipenses 2 nos enseña que Jesús, “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Su pasión por cumplir Su misión en obediencia debería ser nuestra oración y petición. Su misión “completada” en aquel momento, nos cambió la vida. De ser esclavos del pecado hoy podemos disfrutar de la herencia del Padre y ser llamados hijos de libertad. Que maravillosa expresión! Hijos de Libertad… y cómo es posible que titubiemos tanto a la hora de ejecutar una asignación? Que en vez de pensar y actuar con libertad pareciera que todo nos detiene!
Yo sé lo que es sentirse así, porque lo he sentido por mucho tiempo. Sé lo que es estar consciente constantemente de que el tiempo está corriendo y que yo no estoy haciendo lo que tengo que hacer, produciendo ansiedad y frustración. Sé lo que es tratar de entretenerme con otras cosas para ignorar mi “realidad” (de que no estoy produciendo nada) y esto anestesia por momentos, pero cuando vuelves a tu “realidad” te hace sentir más miserable el saber que sencillamente no estás tomando las decisiones correctas. El hecho de sentirme improductiva me mataba porque sabía que tenía gente a mi alrededor que estaba esperando que yo hiciera algo y sentía vergüenza de mí, de mi inacción, de todo. Pero luego me pregunté, a quien quiero agradar o complacer? De qué me sirve ésta vergüenza? Si Dios quien conoce mi corazón no se avergüenza de mí, porqué me lastimo a mí misma con mis propios pensamientos? Es esto lo que dice Dios de mí? No. Así que decidí respirar en el proceso. Decidí ser paciente conmigo misma. Les confieso que a veces pensaba que necesitaba una pela para moverme, a veces me asustaba porque tengo mucha gente a mi alrededor que estaría muy dispuesta a dármela. Determiné creer que mi proceso obraría para bien en mi vida, aunque no me pareciera. Entendí que he estado siendo podada y eso duele. Pero todo pasa y aquí estoy, “armada de valor” contándote un poquito de lo que ha sucedido durante este tiempo que ha parecido improductivo para nosotros. Tengo que clarificar que para los procesos de Dios, no ha sido tiempo perdido. He aprendido a disfrutar de Su gracia. La gracia que me acerca a Él, la gracia que me hace desear ser agradable delante de Sus ojos, la gracia que me hace sentir compasión por el otro y por lo tanto no juzgo, sino que bendigo. He decidido zumbarme de cabeza en esa gracia, que aunque no la merezco me la han regalado por amor. Yo he aceptado ese regalo y ya no estoy dispuesta a hacer más cuestionamientos. Sujeto mis pensamientos a la verdad de Su Palabra y si caigo me levanto y sigo caminando. Me cansé del drama, de la tragedia y de la queja. Ninguno de nosotros hemos sido creados para vivir de esa manera, pero nos toca a nosotros decidir y asumir nuestra responsabilidad como hijos de Dios. Nos toca decidir que vamos a creer.
Tú sabes en qué áreas de tu vida necesitas armarte de valor. Tú sabes en qué áreas de tu vida necesitas sacar fuerzas de flaqueza. Los héroes de la fe vivieron momentos muy difíciles y ninguno de ellos disfrutó de la promesa que tú y yo hoy disfrutamos. El sacrificio de Jesús nos hizo más que vencedores. Tú conoces el territorio que te pertenece y tú sabes quién eres en Él (se supone). Hoy puedes tomar la decisión que cambie tu historia, la de tu familia, la de tu comunidad de fe y ni tan siquiera podemos saber hasta dónde pueden llegar los beneficios de tomar una buena decisión. Escribir y comunicarme es parte de quien soy. Este blog es mi territorio por ahora, sé que hay otros territorios por conquistar. Pero seré paciente y disfrutaré de cada uno de mis pasos en el proceso de retomar lo que es mío. Me voy a obligar a disfrutarlo.
Termino con las palabras de Erwin Raphael McManus plasmadas en su libro La última flecha (p. 134): “Vale la pena pelear por esto. Este es mi territorio. Este soy yo. Esta es la vida que he escogido. No huiré. No permitiré que el temor me mueva de donde debería estar hacia donde Él quiere que viva. Prefiero morir enfrentándome al desafío que existir huyendo de él.”
Solo es una decisión y yo te animo que te armes de valor ¡y decidas ya! La Iglesia y el mundo nos necesitan.