Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo; y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad, ustedes han recibido esa plenitud». Colosenses 2:9-10 NVI

Siempre es lo mismo. ¿Y mañana?… Lo mismo. Una y otra vez, la misma rutina. Miras hacia atrás y buscas en el presente y todo es…lo mismo. Es posible que veas a otros disfrutar de vidas exitosas en sus matrimonios o con sus hijos, en su profesiones o, simplemente, la vida que proyectan y las diversas actividades que realizan te atraen y aún las deseas, porque tu vida siempre es lo mismo. Atender la familia, trabajar, tratar de resolver un problema aquí y allá, pagar cuentas y asistir a la iglesia. Llega la noche y sólo anhelas que mañana sea diferente, que algo cambie y mejore. Llevas años diciendo en tu mente: «Si algo cambiara», «si mi esposo actuara diferente», «si mis hijos fueran…», «si en mi iglesia hicieran…». ¿Por qué no das el paso de cambiar tú?

Dios te diseñó con espíritu creativo, impetuoso, audaz y has pensado que el cambio está en tu alrededor. Tú puedes producir cambios y transformar atmósferas. El Dios de tu salvación, que está contigo siempre, te ha dado poder y autoridad. «Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio». 2 Timoteo 1:7. Atrévete a cambiar. Pero -de la única manera que esto ocurrirá- es que des el primer paso.

Te cuento que en la Biblia hay historias de mujeres que se cansaron de lo mismo. Pienso que la palabra sería hartas de vidas sin sentido, viendo que todos a su alrededor tampoco hacían nada, siempre esperando que otro fuera quien produjera el cambio. Débora, supongo que cansada de lo mismo, de las constantes guerras, de vivir en temor de los enemigos, se levantó a defender y cambiar la historia de Israel en medio de una cultura donde la mujer sólo estaba designada a cuidar la familia y a las tareas del hogar. Estaba casada, pero eso no le impidió ejercer la función que Dios le encomendó en ese tiempo: ser jueza y líder de guerra. Le dió instrucciones a un hombre, Barak, para derrotar a los enemigos. Fue conocida como «la madre de Israel».

Otra historia, fue la de la mujer del flujo de sangre, quien llevaba doce años tratando de cambiar su situación de enfermedad de formas comunes -las que todos hacían- sin obtener resultados. Un día, se atrevió a hacer algo diferente, a arriesgarlo todo. Se metió entre la multitud. ¿Te imaginas? Eran miles de personas las que querían estar cerca de Jesús. Se describe que lo apretaban y empujaban, pero su deseo, el estar harta de sentir lo mismo todos los días, esa fuerza, la utilizó para llegar y tocar a Jesús y -al instante- el resto de su vida fue transformada. No sólo eso, sino que su historia hoy día es de gran influencia para muchas vidas.

¿Qué estás esperando? No te quedes estancada en la misma rutina, mirando la vida pasar frente a ti sin sentido. Fuiste creada para cambiar atmósferas y tienes que comenzar por ti hoy. Renueva tu mente con la Palabra de Dios. Con Su Palabra se libera tu mente, adquieres poder y autoridad para dejar atrás lo que no sirve y no te ha funcionado hasta hoy.

Acércate a Su corazón como jamás lo has hecho y Él te mostrará los sueños que tiene contigo. Atrévete a cambiar. Tu diseño es de grandeza.

“Y a aquel que es poderoso para hacer todo mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que obra en nosotros…”. ‭‭Efesios‬ ‭3:20‬ ‭LBLA‬‬

Edna Liz