El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!». Lamentaciones 3:22-33

Durante este fin de semana pude vivir muchas cosas que no había sentido antes. Estuve compartiendo con mis padres y, en esta ocasión, sentía cómo se desbordaban en amor y pude percibir cómo ese  amor sigue creciendo. Pude experimentar el que, a pesar de la distancia en la que hoy en día me encuentro al vivir en otro país, mis padres me llenaran de amor y ternura en todo momento para que yo -como hija- me sintiera amada. Así mismo es el Padre con nosotros.

Cuando un hijo suyo llega a sus pies, ese amor que Él siente por nosotros permanece inalterado a pesar de la persona que somos, con nuestras debilidades y pecados. Sin importar la situación que estés pasando, puedes ver el amor de Él, pues es aún mayor de lo que uno se imagina. Él siempre ha estado ahí con los brazos abiertos, a pesar de que uno muchas veces no se da cuenta de lo mucho que Él nos ama y de las cosas que quiere darnos.

«Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas?» Mateo 6:26

¡Qué valiosos somos para el Padre! Su amor es tan real que puede faltarnos algo y Él lo cubre todo. Si el Padre protege y provee para las aves del cielo, cuánto más hará por cada uno de nosotros que somos sus hijos. Él nos cuida, nos alimenta, nos protege, nos lleva de la mano… Él nos ama. ¡Qué un Padre no hace por sus hijos! Lo da todo. Su amor es tan grande por cada uno de nosotros que cada día sus misericordias son renovadas.

«Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!» Efesios 2: 4-5

«Tu amor es mejor que la vida; por eso mis labios te alabarán. Te bendeciré mientras viva,
y alzando mis manos te invocaré.» Salmo 63:3-4

Es tiempo de llegar a los brazos de Papá. Así mismo como estás, Él quiere llenarte de amor y decirte: «Hijo mío, eres mi mejor creación».

Magda