Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase». Éxodo 2:5
¿Que llegues a dónde? Al destino correcto que Él delineó para ti.
En esta semana pasada, estando en mi iglesia preparándome para salir a ministrar en la adoración, vino un «de repente de Dios» de forma tan paternal a mi vida, afirmando una vez más Su verdad y protección sobre mí. ¿Qué me ocurrió? Antes de salir a ministrar como les mencionaba, pregunté dónde estaba mi hija. Como de costumbre, ella siempre nos acompaña a la parte de atrás del púlpito antes de que comience el servicio, y ya cuando todo va a comenzar, la llevamos al salón de los niños. En ocasiones, ella se va solita porque ya sabe dónde tiene que ir, pero siempre nos lo deja saber. A veces, en el transcurso de llegar a su destino, se distrae saludando a los que ve llegar o simplemente se sale por un momento de su ruta si hay algo que capturó su atención. ¡Las que son madres o tienen la experiencia de criar y cuidar niños, me pueden entender perfectamente!
En esta ocasión, no me dijo nada y no la veía en la parte de atrás. Luego de yo haber preguntado por ella, muy preocupada, salté y dije: «¡Vengo ya! Déjame verificar que mi niña haya llegado a su destino final, el salón de los niños; que no vaya a ser que esté perdida por el área». Rápidamente, sonreí y el amoroso Padre Celestial habló fuertemente a mi espíritu, diciendo: «Así mismo, Yo, tu Padre, soy con cada uno de ustedes, mis hijos amados… Siempre velando su ruta y asegurándome de que lleguen al destino correcto que preparé para su deleite y asignación. Observo cuando intentan tomar rutas alternas para llegar y alargan su camino. También veo cuando se distraen, olvidando hacia dónde se dirigían, aunque desde el principio saben muy bien hacia dónde deben dirigirse. Se desenfocan, atrasando su llegada. Veo cuando a veces se me escapan sin decir ni una sola palabra, y es en ese momento donde me levanto de mi trono y -como Padre -salgo al encuentro con cada uno. Los agarro de las manos y los dirijo a su destino final». ¿Por qué?
«Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro». Romanos 8:38-39
Así como a Moisés cuando nació, que fue colocado sobre las aguas de un un río para su salvación y propósito divino -el cual el Padre tenía preparado- Dios te recuerda hoy que aunque tu canasta se llene de agua, dé rumbos alternos y golpes fuertes con las rocas del río, tu Padre siempre te protegerá y se asegurará de que se cumpla Su propósito Eterno en tu vida (Éxodo 2:1-10).
Jennifer