El que no tiene el Espíritu no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues para él es locura. No puede entenderlo, porque hay que discernirlo espiritualmente». 1 Corintios 2:14

En estos días meditaba en una prédica que escuché recientemente acerca de los pensamientos y recordé 2 Corintios 10:4-6: “porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo…”. Muchos conocemos este texto y cuando viene un pensamiento a nuestra mente que no es agradable a Dios, rápidamente actuamos y lo llevamos cautivo a la obediencia a Cristo.

Mientras reflexionaba en esto, vino una pregunta a mi espíritu: ¿Y qué de los pensamientos que vienen a nuestra mente que no van en contra del conocimiento de Dios? Tuve que detenerme por un momento y las preguntas comenzaron a invadirme: ¿Qué de los pensamientos que vienen a nuestra mente que son en pro de establecer el Reino de Dios en esta tierra? ¿Qué de los pensamientos que son en pro de la sociedad? ¿Qué hacemos con esos pensamientos que nos hacen soñar, que nos sacan una sonrisa -y hasta lágrimas- por la emoción de tan sólo imaginarlo? ¿Qué de las ideas que podrían sacarte de la escasez en la que vives? ¿Qué de aquellos pensamientos que llegan a nuestro corazón y lo encienden de pasión? Normalmente los callamos o los anestesiamos con un suspiro: “Si así fuera…”, “Soñar no cuesta nada”, “Algún día”, “Alguien capaz lo hará”, “Si tuviera la capacidad financiera, lo haría”. Pero, ¿sabes una cosa? Si tú eres un hijo de Dios, tienes la capacidad -por medio del Espíritu Santo- de ejecutar las ideas y los sueños que el Padre ha puesto en tu corazón.

Es tiempo de que estemos atentos a los pensamientos que vienen a nuestra mente, porque aunque la idea parezca una locura, tú puedes discernirlo espiritualmente. Éste es el tiempo en donde la Iglesia de Jesucristo se debe mostrar en cada área, esfera y lugar, no importando si es de manera diferente a como lo has visto antes. Es tiempo de soñar y disponernos a dar a luz los sueños que Dios ha puesto en nuestros corazones. ¿Te va a costar? Sí, pero si el sueño proviene del corazón del Padre, verás puertas abrirse delante de ti. Las situaciones que no sepas manejar te llevarán a conocerlo de una manera que nunca antes conociste. Es tiempo de aferrarnos a Su palabra, a Sus promesas. Es tiempo de “estirar” la fe, que por si no lo habías pensado, ella es inquebrantable. Así es que no tienes por qué temer. Es tiempo de hacer lo que sabes que debes hacer. ¿Quieres ver a Dios obrar a favor tuyo? ¿Quieres ver lo nuevo de Dios para tu vida? Cree, arriésgate y verás.

«Cosa que ojo no vio, ni oído oyó, ni han entrado al corazón del hombre, son las cosas que Dios ha preparado para los que le aman”. 1 Corintios 2:9

Lisandra