Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo». Efesios 4:7

Cada una de nosotras cargamos con un contenido único que desde antes de ser formadas en el vientre de nuestras madres ha sido entregado sobre nuestras vidas. Muchas de nosotras cargamos con el contenido que Dios depositó, pero no ha sido descubierto en su totalidad, en ocasiones, siendo aún ya adultos.

A veces nosotros, desde pequeños, comenzamos a admirar el contenido que cargan las demás personas. Por ejemplo: empiezas a admirar el don de una amiga o de otras personas que están a tu alrededor y no ves lo que realmente tú contienes, que es diferente a los demás. Esto te podría llevar a tener una manera diferente de pensar y de ver las cosas. No te puedo negar que en el caminar habrán circunstancias que podrían llevarte a desviarte de lo que el Padre ha dicho sobre ti. Pero, nunca va a cambiar lo que el Padre ha depositado y ha dicho de ti. Siempre ese contenido lo tendrás únicamente tú.

Tenemos que aprender a amarnos, a amar nuestro contenido. Cuando aprendes a amarte a ti misma, vas a celebrar cada día las cosas que Él hace por ti. Por eso tenemos que vernos como producto terminado e, inclusive, amarte con tus errores. Tus errores son los que te hacen buscar más de Dios. Comienza a amar lo que contienes. Tu llamado puede parecerse al de otro, pero lo que tú contengas se ejecutará diferente porque Dios es tan versátil que cada uno de nosotros es singular y es necesario para que Su contenido sea esparcido, sea liberado aquí en la Tierra.

Hay muchos que esperan que lo que tú cargas sea liberado porque será edificante y de gran bendición, no tan sólo para quienes te rodean, sino también, para ti misma. Eres única. Ámate, que tu contenido vino del cielo.

Magda