He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él y él conmigo”. ‭‭Apocalipsis‬ ‭3:20‬

Todos los días comemos, ¿cierto? No importa si comimos hace dos o cuatro horas, si fue un pedazo de pan o un banquete, seguro que volveremos a tener hambre en unas horas. Nuestro cuerpo físico está diseñado biológicamente para que tengamos hambre, nos alimentemos y así se produce la energía necesaria para continuar.

De igual forma, nuestro espíritu está diseñado para alimentarse de una relación de intimidad continuamente, o sea, a diario. Nuestro espíritu necesita alimentarse de la presencia de Dios. La oración que nos dejó Jesús como modelo lo expresa perfectamente y nosotros lo recitamos, quizás, sin tener claro y entendido lo que Jesús nos quiso enseñar. En ella dice: “Danos hoy el pan nuestro de cada día” (Mateo‬ ‭6:11). Estoy totalmente segura de que no tenía mucho que ver con comida natural como creemos; más bien, con el alimento espiritual de una relación íntima y continua con nuestro Padre Celestial.

Nuestro espíritu anhela conectarse con la presencia de Dios. ¿Cómo lo puedo saber? Lo sé cuando me siento triste, cuando cualquier circunstancia altera de forma negativa mi manera de pensar. Lo sé cuando la soledad se hace sentir con fuerza y cuando mi boca no tiene freno. Lo sé cuando mis decisiones se basan en lo que siento en el momento, sin pensar en consecuencias y en cuál es la voluntad de Dios. David lo sabía muy bien; entendía la necesidad de tener Su presencia siempre. Mira cómo lo expresa en el Salmo 51:11-12: “No me eches de tu presencia, y no quites de mí tu santo Espíritu. Restitúyeme el gozo de tu salvación, y sostenme con un espíritu de poder”. En otro momento, exhorta al pueblo a buscar el rostro de Dios continuamente.

Dios está tocando a tu puerta hoy más insistente que ayer. Anhela que le abras para que cenes con Él, para alimentarte. Si le abres, se quedará y te dará Su amistad. No pospongas el momento. Deléitate en estar en intimidad con Papá y Él será fiel en darte las fuerzas para que lo obedezcas, te dará a conocer secretos y te llenará del gozo de Su salvación continuamente.

Edna Liz

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