Hay una sola cosa por la que vale la pena preocuparse. María la ha descubierto, y nadie se la quitará». Lucas‬ ‭10:42‬ ‭NTV‬

¿Habrá algo interfiriendo en la relación entre tú y Dios? Si te encuentras cansada, angustiada, con tensión, frustrada, con tristeza, molesta con alguien o con todo, tengo que decirte que sí: hay algo que está interfiriendo entre tú y Él. Podremos pensar que esos estados son normales en nuestras vidas por todo lo que hacemos y somos y debido a nuestras responsabilidades a diario, pero tengo que decirte que no lo es.

Reconozco que en algún momento yo pensé así. Nosotras continuamente estamos haciendo cosas; si no es físicamente, lo hacemos mentalmente. Te explico: muchas trabajamos porque tenemos que ayudar y aún traer provisión a nuestros hogares, pero eso no se queda ahí. También atendemos a otros, organizamos, cuidamos… en fin, servimos. Ahora bien; hay un detalle. Al mismo tiempo que hacemos todo eso, también soñamos y anhelamos lo que debería ser. Es en ese momento donde el afán nos invade, interrumpe y nos controla, dejándonos sin tiempo para estar en el mejor lugar: en Su presencia, a los pies de Cristo. El afán interfiere entre Él y yo.

Hay una historia acerca de una mujer que conocía a Jesús. Por lo que me describe la Palabra, puedo decir que era cuidadosa, responsable, servicial y deseaba agradarlo en cada detalle, pero le permitió al afán interponerse entre Jesús y ella. En Lucas 10:38-42, vemos que Marta conocía a Jesús y lo recibe en su casa, pero dejó que la preocupación que le provocaba el que todo estuviera bien se interpusieran entre lo que realmente era mejor. ¿Puedes verlo en su atrevimiento al recriminarle a Jesús? Dice en Lucas 10:40: “pero Marta estaba distraída con los preparativos para la gran cena. Entonces se acercó a Jesús y le dijo: —Maestro, ¿no te parece injusto que mi hermana esté aquí sentada mientras yo hago todo el trabajo? Dile que venga a ayudarme”. El no escojer lo mejor y afanarse para que todo quedara bien para la gran cena, provocó cansancio, lo que despertó molestia porque su hermana no la estaba ayudando. Jesús redireccionó a Marta y con sus palabras nos dejó una gran lección cuando le dice que María encontró lo único por lo que hay que preocuparse: estar a sus pies y escucharlo hablar (Lucas 10:42).

El afán es el deseo de conseguir algo, pero con trabajo duro y fatigoso. El preocuparnos porque todo esté perfecto nunca será mejor que estar en Su presencia. Cuando te encuentres cansada, tensa, con coraje con alguien, tienes que reconocer que el afán se ha interpuesto entre tú y Él, que te ha quitado la mejor parte y que no lo puedes permitir. Es necesario que detengas todo lo que haces y corras a Sus pies -porque si no- entras en zona de peligro, de quedarte en ese estado que sólo traerá ansiedad. Escojamos la mejor parte. Vayamos a la fuente donde brota agua de vida y nos sentimos amadas, importantes, enseñadas, en donde se renuevan nuestras fuerzas y somos cuidadas: en Su presencia. Nadie ni nada nos lo quitará.

“¡Qué precioso es tu amor inagotable, oh Dios! Todos los seres humanos encuentran refugio a la sombra de tus alas. Los alimentas con la abundancia de tu propia casa y les permites beber del río de tus delicias. Pues tú eres la fuente de vida, la luz con la que vemos». ‭‭Salmos‬ ‭36:7-9‬ ‭NTV‬‬

Edna Liz