Pues Él dice: En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación«. 2 Corintios 6:2

Pienso que hay mucho que aprender aquí. Mucho más allá de los procesos y las temporadas, es ver las oportunidades que se nos presentan en medio de ellas. Los procesos podrán ser lindos, feos, felices o dolorosos, pero si perdimos de vista las oportunidades que se abrieron como puertas en medio de ellas, ¿qué adquirimos?

Las temporadas llegan, terminan e inician nuevas. En medio de ellas, nos visitan tantas oportunidades para crecer, madurar, perdonar, amar, aprender y valorar. ¿A cuántas le damos la bienvenida o, simplemente, damos media vuelta porque pasó por desapercibida? Una oportunidad es en sí misma una oportunidad; la próxima, a saber cuándo llega y cuánto perdimos por no haberla abrazado. Claro que tenemos un Dios de misericordia que constantemente se acuerda que somos hijos, despistados para identificar cuándo baja el cartel del cielo llamando nuestra atención. Entre tanto, baja el próximo. Que no seamos tercos en ver lo que perdimos y lo que deberíamos aprender cuando se presente la próxima.

No creo en las oportunidades casuales. Creo en las oportunidades que el Padre diseñó para adelantarme y mantenerme en mi destino profético. Que nos perdone el cielo por olvidar y que podamos abrazar cada oportunidad para cumplir nuestro llamado, construir nuestras familias, levantar al caído, sanar al enfermo, amar sin reservas, mirar con misericordia, tener fe para ver milagros, valorar nuestros segundos y vivir agradecidos con el Dios que nos dio la oportunidad de vivir para Él.

Vilmarie