Tan pronto como oigas un ruido como de pasos sobre las copas de los árboles, atácalos, pues eso quiere decir que Dios va al frente de ti para derrotar al ejército filisteo». 1 Crónicas 14:15

A David lo acababan de ungir como rey de todo Israel y, los filisteos (enemigos), subieron en contra de él. En medio de esta situación, David consultó a Dios en dos ocasiones.

En la primera, Dios le dijo que atacara al enemigo. La segunda vez que David consulta a Dios para enfrentar esta batalla, Dios le dice: «No los ataques de frente, sino rodéalos hasta llegar a los árboles de bálsamo, y entonces atácalos por la retaguardia. Tan pronto como oigas un ruido como de pasos sobre las copas de árboles, atácalos…». Esta vez las instrucciones fueron más complejas que la primera vez. Me pregunto yo, ¿anteriormente David había escuchado un ruido como de pasos sobre las copas de árboles? Yo pienso que no. ¿Te imaginas cuán atento debía estar David para poder escuchar un ruido «como» de pasos? En medio de un valle, entre animales, entre el sonido de los árboles moviéndose por la brisa… ¿Cuánto ruido podía haber en aquel lugar? David tuvo que ignorar todo lo que estaba a su alrededor porque él debía estar enfocado -solamente- en escuchar un ruido «como» de pasos sobre las copas de los árboles. Ese «ruido» significaría que Dios iba a estar al frente de él para derrotar al ejército filisteo. Ese «ruido» significaba su seguridad, su victoria y su conquista. ¿Te imaginas la presión que pudo haber sentido David esperando escuchar un ruido que nunca antes había escuchado?

¿Se parecerá esto a nosotros, cuando en ocasiones esperamos respuesta y Dios nos dice algo que pareciera que no entendemos? Y no es que no entendamos del todo; es que, sencillamente, es diferente a lo que hemos experimentado antes y nuestra mente no alcanza a -ni tan siquiera- poder imaginarlo y eso nos mantiene a la expectativa. Así Dios nos quiere: a la expectativa de lo que Él va a hacer. No es lo mismo escuchar su instrucción o leerla en Su palabra, a tener los sentidos sintonizados o desarrollados para entender el momento oportuno de obedecer Su instrucción específica.

No te enfoques en el conflicto. Calla las voces que no te permiten escuchar el susurro del Espíritu Santo de Dios. Algo Él quiere hacer y te lo va a dejar saber. Agudiza tus sentidos para que no pierdas ninguna de las manifestaciones que el Eterno tiene preparadas para ti. Sólo necesitas una instrucción que te llevará a testificar de Su manifestación sobre tu vida. Busca Su presencia y conoce Su esencia.

Lisandra