…llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo». 2 Corintios 10:5 RVR

El apóstol Pablo nos explica en el capítulo 10 de 2 Corintios que las armas que necesitamos para ganar nuestras batallas no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas y para derribar todo argumento y altivez que se levante contra el conocimiento de Dios y, de esta forma, poder llevar cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo. En esta carta enviada a los corintios, Pablo no estaba intentando ofrecer un discipulado de guerra espiritual; más bien estaba defendiendo su ministerio, lo que él -en obediencia a Dios- estaba haciendo.

Cuando determinamos vivir en obediencia a la voz de Dios, se levantará oposición y eso tienes que saberlo. ¿Por qué tienes que saberlo? Para que en vez de ponerte a llorar por lo que hacen o dicen de ti, te prepares con la autoridad que Dios te ha dado y comiences a batallar empoderada por el Espíritu Santo, entendiendo que nuestra mayor lucha es en nuestra mente. ¿Qué haces con lo que escuchas o con lo que ves? ¿Qué haces con las voces que susurran a tu oído y te dicen que no puedes, que no lo vas a lograr, que estás en lo incorrecto? ¿Vas a abrazar esos comentarios? ¿O, quizá, prestar oído a las voces que te susurran? ¡¡¡No!!! Lo que vas a hacer edesenmascarar las mentiras por medio de la verdad de la palabra de Dios.

Tienes que hacer frente a tu enemigo y no huir. Ya basta de estar huyendo, de estar escondiéndote. Es tiempo de atreverte a entrar al campo de batalla. Podrás salir herido, podrás caer, pero no será para siempre (Salmo 37:24). Te levantarás, lucharás, vencerás y tus heridas sanarán. Las marcas de ellas serán la evidencia, no de tu dolor, sino de tus victorias. Hay un premio para los que se atrevan a luchar y es el vivir en la libertad con la que Cristo nos hizo libres.

¿Cuál es tu lucha? Tus pensamientos. ¿Qué vas a hacer con ellos? Llevarlos cautivos a la obediencia a Cristo. Si no pasas el trabajo de llevar tus pensamientos cautivos a Su obediencia, lamentablemente serás tu quien vivas en cautividad a causa de tus pensamientos. ¿Qué prefieres? La decisión es solamente tuya. ¡Atrévete! Con Dios de tu lado, lo único que vas a perder es el miedo y las ganacias serán incontables.

Este es el tiempo de Dios para ti. Desecha tus pensamientos y escoje ser todo lo que Él determinó para tu vida.

Lisandra