Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza…». Hebreos 6:19

El barco, para mantenerse quieto en el muelle, necesita tirar un ancla. Si no, la marea o las corrientes de agua se pueden llevar el barco evitando que se mantenga en su lugar. Así mismo, en nuestras vidas, necesitamos un ancla y la esperanza es una de las herramientas que nos ayuda a mantenernos en nuestro lugar. Si no fuese por esto, la marea de la vida o las circunstancias podrían movernos y sacarnos del camino que Dios ya tenía determinado para nosotros.

Antes de yo conocer al Padre, me sentía perdida y sin ningún rumbo. Me encontraba dando vueltas, sin ningún fin, buscando una salida. Hasta que por fin encontré en dónde anclar mi esperanza: en mi Dios. Encontré un norte, dirigió mi camino y me hizo ver la vida desde otra perspectiva, encaminándome hacia otro rumbo. Al fin pude anclar mi ser en el lugar correcto, en el camino que me llevaría a hacer aquello para lo cual fui creada.

Cuando tú pones tu esperanza, tu vida en el Padre, ten por seguro que estarás en el camino correcto. Aunque veas la marea venir y vengan corrientes contrarias al llamado que Dios ha dicho de ti, te mantendrás firme porque has puesto tu ancla -que es tu esperanza- en aquel que dio la vida por ti y por mí.

Entrega todo y pon tu esperanza en el Padre. Ten por seguro que te sentirás guardada y cuidada en todo momento. Hay momentos difíciles que vendrán a tu vida, a tu matrimonio, familia o en tu entorno, pero como has puesto tu esperanza en el Padre, podrás descansar en medio de la marea.

Magda