Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que éstas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis». Juan‬ ‭5:19-20‬ ‭

¡Mujer, lo que posees es diseñado para expandirse, multiplicarse y permanecer por generaciones! ¿Qué impacto estamos teniendo dentro de nuestra casa y fuera de ella?

Cuando leo los momentos en que Jesús enseñaba y guiaba a sus discípulos, puedo ver la urgencia e intención que tenía constantemente por formar, modelar y afirmar en cada uno de ellos el poder, amor y propósito del Padre, quien lo envió. Aún en momentos donde Jesús no veía el fruto correcto en los discípulos, con cada enseñanza y tiempo que invertía en ellos, no ponía en duda el que no hubiesen recibido la impartición, sino que entendía que sólo era el proceso de comprensión y crecimiento.

Mamá, maestra, líder ministerial, mujer de familia: hay muchos ojos siendo alimentados por tu contenido creativo, tu sabiduría, honra, fe, visión, pasión, amor y llamado. En fin, todo lo que eres desde tu interior hasta tu exterior. Quiere decir que hasta en los momentos «no tan buenos y de aparente desenfoque» somos influencia directa a los que nos rodean. No permitas que ninguna situación personal o emocional, llámese como se llame, distorsione tu legado. Eres mujer que establece, impacta y alumbra con cada acción. ¡La influencia provoca multiplicación! Y el legado se transmite de Padres a hijos y de generación en generación.

Madre de naciones: no sólo estableces, sino que también lanzas a mayores escalas a todos aquellos que por tus manos pasen.

«Como saetas en mano del valiente, Así son los hijos habidos en la juventud». Salmos‬ ‭127:4‬

Jennifer