Alumbrados los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos». Efesios 1:18

En muchas ocasiones, nuestras oraciones van dirigidas al Padre directamente con el deseo de ser utilizados por el Él. Le decimos: «Heme aquí, Señor. Cuenta conmigo en todo momento». Pero cuando Dios nos asigna una tarea o un lugar en específico que no nos gusta, la pasión por ser utilizados por Él cambia.

Otros, vamos apasionados por cumplir con esa asignación que Él anhela que hagamos en ese momento. Pero hay algunos que se quedan pensando «si es correcto», «si es el momento» o, simplemente, lo dejan pasar y dicen: «Todavía soy un niño; estoy muy joven para hacerlo». Yo tuve en algún momento ese pensar. Pero fue ahí donde me invadió un gran temor, pero no de mal, sino de que realmente el obedecer al Padre es lo más rico. Él anhela que lo que Él depositó en cada uno de nosotros comience a avivarse.

¿Saben que Él nos utiliza a cada uno de nosotros para manifestarse y para que Su gloria descienda desde los cielos con poder? Mis amados: no teman, porque el Padre anhela lo mejor de lo mejor para cada uno de nosotros. Ten por seguro que lo que el Padre desea es que seamos esa herramienta o instrumento en donde comience un avivamiento y crezca de tal forma que se extienda en todo el territorio donde fuimos asignados.

Es tiempo de que el mundo entero conozca a nuestro Padre y su amor incondicional. Yo quiero ser la primera que avive lo que hay dentro de mí para que el Padre se glorifique y se lleve toda la gloria y honra. Tengamos esa hambre por las vidas y por que se produzca una restauración por medio de la obra de Jesucristo. Seamos carbones encendidos.

Tenemos que buscar, accionar y movernos en la búsqueda de la presencia de Dios. Procura que ocurra dentro de ti.

Magda