Sino que esto es lo que les mandé, diciendo: «Escuchad mi voz y yo seré vuestro Dios y vosotros seréis mi pueblo, y andaréis en todo camino que yo os envíe para que os vaya bien». Jeremías 7:23

Hace un tiempo, tuve la oportunidad de vivir una aventura única. La considero única porque después de conocer los riesgos a los cuales me sometí por «diversión», me prometí que jamás volvería a hacerlo. Te cuento por qué.

Mi esposo y yo guiamos una canoa en un supuesto «río» de la Florida. Esta «aventura» -con cero conocimiento de qué hacer y sólo cuatro remos en aguas completamente oscuras- definitivamente fue un riesgo tomado innecesariamente. Metidos en el hábitat de los famosos cocodrilos de la Florida, por supuesto que yo no sabía exactamente dónde me metía. Vengo de una isla tropical en donde lo más parecido a cocodrilos son iguanas o gallinas de palo (como las conocen en otros lugares). Debo aclarar que ninguno de los dos jamás había guiado una canoa. En un momento de la trayectoria, la canoa quedó estancada entre ramas y plantas. No podíamos entrar al agua porque como ya les expliqué, estaban los cocodrilos. Mi esposo, muy sabio me dijo: «Si quieres que salgamos de aquí, escucha mis instrucciones».

En estos días, mientras le decía al Espíritu Santo que sólo quiero seguir Su voz y hacer únicamente Su voluntad no importando cuál sea la asignación que Él tenga para mí, trajo a memoria aquel día. Mientras le decía: «Escojo seguir tu voz. Sé que todo estará bien si tú me diriges, aunque no sea exactamente lo que yo soñé. Quiero cumplir tus sueños», vino a mi mente esa aventura dentro del Wekiwa Spring en Florida. Recordé las palabras de mi esposo tan claras. Definitivamente, esto era lo que el Espíritu quería que yo recordara: «Si quieres que todo nos vaya bien y esta ‘cosa’ no se vire, sigue mis instrucciones».

No te niego que -al principio- dudé de sus instintos de sobrevivencia y habilidades, pero no tenía opción mas que seguir sus palabras. Nos tomó algún tiempo y el tener que repetir unos movimientos para poder salir del estancamiento, pero lo logramos. Terminamos la «aventura», por no decir odisea, con bien, sin nada que lamentar y con varias lecciones en nuestros corazones. (Paréntesis: Creo que todo matrimonio que comienza, debería tener una lección como esta). El Espíritu Santo me contestó algunas de mis preguntas diciéndome: «Así como hiciste en ese momento con tu esposo, tienes que seguir mi voz. Tú irás delante y yo estaré detrás hablándote y dirigiéndote».

Mujer, mamá, ministro, líder, ama de casa, amiga: hay un camino, un destino que ya Dios trazó para ti que tiene como propósito llevarte a tu tierra prometida si decides seguir Su voz. Habrán momentos en que deberás soltar los remos y depender totalmente de lo que Él hará. En otros, tendrás que hacerlo sólo tú, siguiendo Sus instrucciones. En otros, ambos remarán juntos. Pero, primero tienes que creer que hay un lugar; tienes que creer que Dios tiene un destino para ti y para los tuyos. Como yo cuando subí a la canoa; lo hice porque creí en lo que quería ver, sin pensar en lo que había en esas aguas oscuras. Para llegar a Su propósito, primero tienes que creer que hay uno para ti. No puedes llegar a él por lo que tú crees, por tus experiencias o conocimiento. Tienes que buscar estar a solas con Él, dejarle saber cuánto anhelas escucharlo y conocerlo. Jamás la voz de otros puede sustituir Su voz. La única manera de poseer la tierra prometida es siguiendo la voz de quien conoce el camino y quien lo trazó para ti. ¡Sigue Su Voz!

«Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer. Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado, para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer». Deuteronomio 5:33 | NVI

«Ahora pues, si en verdad escucháis mi voz y guardáis mi pacto, seréis mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; y vosotros seréis para mí un reino de sacerdotes y una nación santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel». Éxodo 19:5-6

Edna Liz