Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán». Mateo 6:34

Los momentos más valiosos no son los que ya viviste o los que vas a vivir, sino los momentos que estás viviendo en el presente. Muchas veces nos enfocamos en lo que vivimos, en los recuerdos del pasado. Y no es que sea malo, pero algunas veces nos quedamos en ese tiempo y no prestamos atención a lo que estamos viviendo en el ahora.

Una vez una persona compartió conmigo que las cosas de antes eran mejor, ya que ciertas cosas se hacían de un modo diferente al actual. Y eso me hizo pensar en la manera que algunas personas ven  las cosas, que piensan que lo pasado se hacía mejor que en el presente. Yo le pregunté: «¿Y qué es lo que estás haciendo para que tu presente sea igual o mejor que tu pasado?». Lamentablemente muchas personas viven de esa manera. Se aferran a  las cosas que han vivido en vez de enfocarse en los tesoros que el Padre quiere entregarles en el presente.

Ahora bien, hay otras personas que se llenan de estrés pensando: «¿Qué va a ocurrir mañana?», «¿Y qué si no alcanzo lo que quiero?», «¿Obtendré un ministerio?», «¿Tendré esto…?» (ponle el nombre de aquello que tú quieres). Y no me malinterprete, no es que uno no se prepare y tenga sueños, o metas que se deseen alcanzar. Pero, muchas veces, se enfocan tanto en el mañana que se olvidan de disfrutar lo que están viviendo en el hoy. Viven todo el día pensando en su futuro y pierden momentos únicos que tienen en el presente. Comienzan a llenarse de ansiedad y -cuando se llega a ese punto- es que se vuelve peligroso. La ansiedad te roba la paz y te impide disfrutar del tiempo que le dedicas a tu familia y aquellos que están a tu alrededor.

Es tiempo de que examinemos cómo estamos viviendo. Disfruta cada segundo de tu existencia para que así -en el día de mañana- no te arrepientas de no haber valorado cada momento de tu vida y de aquellos a quienes amas. Por mi parte, procuro aprender a valorar cada segundo de mi vida.

Magda