Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad. Pero nosotros todos, con el rostro descubierto, contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformados en la misma imagen de gloria en gloria, como por el Señor, el Espíritu». ‭‭2 Corintios‬ ‭3:17-18‬ ‭LBLA‬‬

Mientras hacía un postre con mi hija para un proyecto de escuela, ella me hizo esta pregunta: «Pero mami, ¿por qué hay que moverlo tanto tiempo?». A lo cual yo le respondí: «Para que al final quede la textura perfecta». Al instante, el Espíritu Santo me habló diciéndome: «Exactamente. Así son los procesos; toman tiempo, molestan, te miras sin forma, te cansas, te duelen y piensas si será posible que salga algo bueno de todo esto. Pero es en el proceso donde yo te estoy dando forma -la perfecta- la que será agradable al Padre para la asignación para la cual te creó». Después de todo, hacer un postre que jamás había hecho con mi hija para su clase, no fue mala experiencia. Decidí tomarlo como una lección y la recibí. Así es el Espíritu Santo para aquellos que deseamos ser enseñados por él.

Todos vivimos procesos y todos son necesarios. Quizás al leer esto te digas: «Pero, ¿cómo es posible que esto tan doloroso y tan desesperante sea necesario?». Te afirmo que Dios es bueno, siempre bueno (Salmo 107:1) y es importante que lo creas. En la tierra viviremos conflictos (Juan 16:33) -los que Dios toma como oportunidades para manifestar Su poder y gloria- si nosotros nos alineamos a Su voluntad, que sería en este caso, confiar plenamente en que Él tiene el control porque ya venció al mundo. Es en ese tiempo que tenemos la maravillosa oportunidad de tirarnos a Sus pies, entregándole los miedos, las decepciones, los corajes, el dolor de la pérdida y muchos otros sentimientos y pensamientos que afloran en las crisis. Cuando determinamos volvernos a Él y rendirnos dándole las riendas de nuestras vidas, el Espíritu Santo comienza a moldearnos y enseñarnos. Es quien toma el proceso y lo convierte en escuela, porque definitivamente no fuiste creada para quedarte ahí.

Mujer, amiga, hermana que me lees: fuiste creada para Su gloria, para manifestar el reino de los cielos aquí y ahora, pero la forma que tienes actualmente necesita aún ser moldeada porque la que tienes no es. No es tu pasado, la familia de donde vienes, el matrimonio que tienes, los logros de tus hijos, la profesión que tienes o no tienes lo que define quién eres. Lo que dice quiénes somos es cuánto Dios tiene de nosotras y cuánto nos hemos dejado moldear por Su Espíritu en una relación íntima y continua.

No te resistas al proceso. Más bien, cambia tu actitud hacia él porque es una de las llaves a Su Presencia. Determina hoy ver tus conflictos como procesos para descubrir tu mente y corazón y que así sean transformados y renovados por el Espíritu. Entonces podrás verte de gloria en gloria, semejante a la imagen de nuestro Señor.

¿Fuiste descubierta? ¡Ahora serás transformada!

Edna Liz