Y sucederá que si obedeces diligentemente al SEÑOR tu Dios, cuidando de cumplir todos sus mandamientos que yo te mando hoy, el SEÑOR tu Dios te pondrá en alto sobre todas las naciones de la tierra. Y todas estas bendiciones vendrán sobre ti y te alcanzarán, si obedeces al SEÑOR tu Dios». ‭‭Deuteronomio‬ ‭28:1-2‬ ‭LBLA‬‬

¿Queremos ser bendecidas, prosperadas, protegidas? ¿Anhelamos que todo nos salga bien? La fuente de toda bendición es la obediencia.

¿Te parece difícil obedecer? Desde que nacemos estamos en una lucha constante con esta palabra que debe ser parte de nuestro carácter. Las escrituras en Juan 14:23 nos dicen: “Jesús le contestó: —Si alguien me ama, también me obedece. Dios mi Padre lo amará, y vendremos a vivir con él». El que ama, obedece. El amor es la base de la obediencia. Como mujeres que hemos reconocido y recibido a Jesucristo como Dios y único Salvador y decimos amar, no debería ser algo difícil el obedecer. El problema son las viejas costumbres, los deseos de nuestra carne que nos llevan a actuar bajo nuestra conveniencia y no porque somos dirigidas por el Espíritu Santo y convencidas de Su amor.

No te estoy señalando. Yo misma tengo que batallar en algunas áreas de mi carácter y someterlas continuamente. La primera razón: porque amo a Dios con todo mi corazón y mi deseo es agradarle y, segundo, porque siempre me sale mal o me meto en problemas cuando hago lo que yo quiero. Cada mañana tenemos que posicionarnos y tomar la  decisión de caminar en obediencia, renegando continuamente la forma en que hacíamos las cosas antes de entregarle nuestro corazón. “Por eso, ya no vivan ni se conduzcan como antes, cuando los malos deseos dirigían su manera de vivir. Ustedes deben cambiar completamente su manera de pensar, y ser honestos y santos de verdad, como corresponde a personas que Dios ha vuelto a crear, para ser como él” (Efesios‬ ‭4:22-24‬ ‭TLA)‬‬.

A través de las Escrituras somos dirigidas y ensañadas a vivir en obediencia. Al conocerlas, nos muestran el camino correcto en el que debemos andar. La Palabra es lámpara a mis pies y lumbrera a mi camino (Salmo 119:105). ¿Con cuánta rápidez obedecemos? ¿Será que obedecemos con el mismo interés con el que queremos ser bendecidas? Buena pregunta para meditar hoy. Seamos honestas con nosotras mismas: ¿Somos de las que nos detenemos a pensar en lo que perderé, en lo difícil que podría ser, en lo que me dirán los que me rodean? Sólo los que procuran con diligencia obedecer al Señor, las bendiciones estarán sobre él y, aún más, le alcanzarán (Deuteronomio 28:1-2). Ser diligente es «cumplir con una obligación con esmero, con eficacia y rápidez». No es suficiente con querer obedecer. Tenemos que hacerlo y hacerlo con esmero si queremos ser mujeres bendecidas, prosperadas y que todo nos vaya bien.

Te animo… Más bien, te lanzo un reto: cambiemos de posición. Tomemos el lugar de hijas DILIGENTES para obedecer. Nuestro Padre Celestial quiere bendecirnos y es sólo en ese lugar en donde se desatarán y nos alcanzarán las bendiciones que tienen nuestros nombres.

¡Posiciónate!

“Entonces me invocarán, pero no responderé; me buscarán con diligencia, pero no me hallarán; porque odiaron el conocimiento, y no escogieron el temor del SEÑOR, ni quisieron aceptar mi consejo, y despreciaron toda mi reprensión; comerán del fruto de su conducta, y de sus propias artimañas se hartarán. Porque el desvío de los simples los matará, y la complacencia de los necios los destruirá. Pero el que me escucha vivirá seguro, y descansará, sin temor al mal”. Proverbios‬ ‭1:28-33‬ ‭LBLA‬‬

Edna Liz

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