Esta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo». Efesios 1:23 NVI

«Mujer plenamente bella» es el título que utilizamos Edna Liz y yo para llevar a cabo una parte en el Retiro de mujeres de nuestra casa titulado Mujeres de Conquista. Nosotras las mujeres no podemos pretender conquistar los sueños que Dios ha puesto en nuestros corazones si -cuando miramos dentro de nosotras- nos vemos incompletas, incapaces o, peor aún, vemos una vida sin propósito. No podemos pretender conquistar territorios si no hemos logrado conquistar nuestro carácter, nuestra boca y nuestras actitudes. La iglesia, que somos tú y yo, tiene que mostrar al mundo la plenitud de Aquel que lo llena todo por completo.

Plenitud se define como «integridad o totalidad; aquello de lo que algo está lleno». Pero me llamó la atención que también se defina como «conocimiento pleno; pleno entendimiento y ser plenamente capaces de comprender». El intimar con el Espíritu Santo te hace capaz de comprender la Palabra de Dios. Te la puedes saber de Génesis a Apocalipsis, pero -sin el Espíritu Santo- es un conocimiento hueco, sin vida y, por lo tanto, no darás fruto. Ahora, el comprenderla es un regalo que Dios le hace a aquellos que lo anhelan y que lo buscan. El Espírtu Santo no solamente nos enseña, sino que nos hace recordar la Palabra que necesitamos en el momento justo.

Efesios 2:10 dice que nosotras «somos hechura suya, creadas en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». La versión Recobro explica que «nosotros, la Iglesia, la obra maestra de todo lo que ha hecho Dios, somos un poema que expresa la sabiduría infinita de Dios y Su propósito divino». ¡Wow! ¡Somos un espectáculo de belleza! Tú y yo somos un poema que expresa sabiduría infinita de Dios y Su propósito divino. ¿Tú lo crees? Tal ves sí, pero ahora te pregunto: ¿Tu vida y tus acciones expresan Su sabiduría? ¿Estás viviendo el propósito para lo cual fuiste creada?

Si no estás segura, te reto a que determines hoy desear mostrarle al mundo Su plenitud a través de tu vida. ¿Cuesta? Sí y mucho. ¿Duele? Sí, hay procesos que sentimos que nos matan y el asunto se complica cuando no queremos morir a nuestro yo. Aprende esto: cuando decidimos morir (asesinarnos) a nosotras mismas, seremos resucitadas por el poder del Espíritu Santo en una nueva mujer, empoderada y victoriosa. No tengas temor. Los beneficios son incontables.

Busca Su presencia, conócelo y determina ser imitadora exclusivamente de Jesús. Sólo así lograrás ser una mujer libre, única y conquistadora. Una mujer plenamente bella.

Lisandra