Confía en el Señor de todo corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él allanará tus sendas». Proverbios 3:5-6

Es grandioso saber que cuando tú le entregas al Padre tu vida, puedes tener la certeza de que Él te guiará, te cubrirá en tu caminar y que puedes confiar al saber que Él cuidará de ti donde quiera que vayas. Pero cuando lo hacemos en nuestras fuerzas y ponemos a Dios a un lado, llegará el momento en que te sentirás sin fuerza. Estando sólo te agotarás más y sentirás que das y que no recibes nada a cambio; todo, porque lo has hecho por tus fuerzas, por tu «sabiduría» y porque no has permitido que el Padre tome total control.

¿No te has puesto a pensar que sería más fácil hacer las cosas en Su tiempo, agarrado de Su mano, confiando en que Él te perfeccionará? Hay una promesa en Su palabra que dice que «Él estará contigo en donde quiera que vayas». Deja que esa palabra sea real. Cuando comienzas a confiarle todas tus áreas al Padre, le das acceso legal para que tome las riendas de tu vida. Ya no serás tú quien tomes las decisiones. ¡Qué bien se siente cuando decidimos entregarle todas las áreas de nuestra vida al Padre! Todo a tu alrededor cambia porque dependes totalmente de Él.

Te invito a que todo sueño o meta que tengas en tu vida la presentes delante del Padre y que sea Él quien te dirija a tomar las decisiones que Él ya sabe serán las mejores. No basta tu conocimiento, sino el confiar en Aquel que te lo dio. Verás que es menor la carga cuando caminas agarrado de Su mano. Aunque algunos momentos sean difíciles, ten la confianza de que Él te sostendrá y te llevará a cumplir cada promesa dada a tu vida.

Reconócelo y permite que sea Dios quien guíe tu barco. Él te llevará a conquistar cada sueño en tu vida y todo lo que Él tiene para ti.

Repite conmigo: «Mi dependencia está puesta en ti, mi Señor».

Magda