Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán». Éxodo 16:35 RVR

Dios le prometió al pueblo de Israel que los llevaría a una tierra buena y espaciosa, tierra en la que fluiría leche y miel. Les dejó saber que tendrían que enfrentar «algunos problemas» ya que esas tierras estaban habitadas y ellos tendrían que desposeer la tierra, luchar y arrebatar la promesa.

Me llama la atención que el maná estuvo disponible para el pueblo de Israel hasta que ellos llegaron a tierra habitada; que lo pudieron comer hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán. Ellos no habían poseído la tierra todavía y dejaron de recibir el maná. Llegando al límite de la promesa, dejaron de recibir el «milagro de la provisión».

Hay momentos en los cuales nos frustramos porque experimentamos «pérdidas». Delante de nuestros ojos hay cosas que hemos creído que son nuestra provisión y – de repente – no las tenemos más. En muchas ocasiones, nos hemos tirado al suelo pensando que todo está acabado. Pero, en el caso del pueblo de Israel, la falta de maná era la señal de que estaban próximos a poseer la tierra prometida.

¿Cómo reaccionamos ante la escasez? ¿Nos detenemos a llorar o nos esforzamos por crear nuevas oportunidades? ¿Cómo reaccionamos ante el rechazo? Hace poco aprendí que el rechazo nos redirecciona, pero para lograr esa redirección, tenemos que mantenernos en movimiento y con buena actitud. ¿Cómo reaccionamos ante el fracaso? Un hijo de Dios que tiene clara su identidad, debe vivir confiado y seguro de que – en todo – el Padre tiene control.

No te preocupes por lo que parece que perdiste; probablemente estás al límite de tu tierra prometida. Posiblemente esta «escasez» sea lo que te motive a buscar nuevas estrategias, a crear nuevos diseños, a determinar vivir el sueño que Dios depositó en ti. Su cuidado jamás escaseará, Sus ojos están sobre ti, así que no tienes por qué temer. Atrévete en este tiempo a confiar plenamente en Él y decide moverte bajo Su completa dirección.

«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo, yo te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia». Isaías 41:10 RVR

Lisandra