Hace algunos días leía el capítulo 16 del libro de Proverbios. No era la primera vez que lo leía, sin embargo, fue la primera vez que tuve que volver a leer un verso en particular. Al leerlo, sentí que por alguna razón no tenía la capacidad para comprender ese texto, o más bien, amenazaba con algunas ideas que ya tenía en mi mente acerca de los planes de Dios. Lo leí una y otra vez, hasta que no me quedó de otra que pedirle al Espíritu Santo que me hiciera entenderlo:
«El corazón del hombre traza su rumbo, pero sus pasos los dirige el Señor». Proverbios 16:9 NVI
Posiblemente te sepas de memoria lo que dice Jeremías 29:11 (NVI): «Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes -afirma el Señor-, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza». ¡¡¡Qué maravilloso poder afirmar esa palabra y vivir creyéndola!!! Pero qué peligroso puede ser descansar en esa palabra cuando no tenemos planes personales, familiares, profesionales, espirituales, etc. Puede ser peligroso cuando estás en un momento de tu vida en el cual te sientes perdido. ¿Por qué? Porque podemos declarar la palabra y esperar pacientemente sentados en un sofá (como yo estuve mucho tiempo) a que Dios haga un gran milagro a nuestro favor, creyendo que al final podrás obtener un futuro «brillante», porque lo dice la Palabra y «Dios es Bueno».
¡¡¡Claro que Dios es Bueno!!! y Sus planes maravillosos. Pero Proverbios 16:9 establece que el hombre traza su rumbo, mostrando claramente que gran responsabilidad recae sobre nosotros. Creo firmemente que Dios ha puesto en nuestros corazones los sueños y deseos que nos llevarán a cumplir Su plan en este mundo y pienso que a eso se refiere cuando dice que el Señor dirige nuestros pasos. Normalmente una persona no va a caminar hacia un lugar que no le interese llegar, así es que creo que de antemano Dios se encargó de depositar en nosotros los deseos que van a provocar que caminemos en cierta dirección para lograr algo en particular, lo cual le llamo «la asignación divina».
Ahora bien, si estás en la espera de que algo suceda en tu vida y actualmente estás detenido, te invito a buscar a Dios como lo dice más abajito en Jeremías 29:13 NVI: «Me buscarán y me encontrarán, cuando me busquen de todo corazón». Atrévete a buscarlo de todo corazón; atrévete a decirle lo que tú crees que Él todavía no sabe de ti. Lo mejor que nos puede suceder es ser confrontados por Aquél que con amor eterno nos ha amado, con Aquél que está dispuesto a limpiar las áreas más oscuras que en silencio hemos guardado en nuestros corazones por temor o vergüenza. Atrévete a dejarle saber cuánto lo necesitas en tu vida hoy y ahora. Cree que cuando lo busques,
«Él se dejará encontrar y te hará volver del cautiverio en el que hoy te encuentres». Jeremías 29:14 NVI
Mientras estés en el proceso, te aconsejo que escribas en algún lugar visible el Salmo 32:8. Declara esa palabra confiando en que aún en medio del proceso Su Mirada está sobre ti.
«Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos».
Te bendigo y oro al Padre para que sea Su Espíritu Santo trayendo a memoria esta palabra a tu corazón cada vez que la necesites. Por mi parte, estoy determinada a romper fortalezas en mi mente, muy lejos de mi sofá. 🙂