Hoy me he dado cuenta que aún en las tareas más simples que podamos ejecutar, Dios quiere trabajar con nosotros, con nuestro carácter, actitudes, hábitos, debilidades, temores y todo aquello que nos impide confiar plenamente en Él.

No tengan miedo. Mantengan sus posiciones, que hoy mismo serán testigos de la salvación que el Señor realizará en favor de ustedes.  Éxodo 14:13 NVI

Llevo días pensando qué poder escribir o comunicarles por este medio; leo, busco y nada me parece atractivo para compartir.  Pasan los días y al no encontrar lo que deseo, comienzo a luchar con cada pensamiento que viene a mi mente y siento que me invade la ansiedad. Cuando decido orar (con la ansiedad en «high») para pedirle a Dios una «Palabra», no pasa absolutamente nada.  Abro mi libreta y veo una Palabra que hace meses había escrito.  En aquel momento fue como una revelación de parte de Dios para mi vida y fue maravilloso recibirla.  Hoy al leerla, fue como si Dios me dejara saber que estoy en medio del examen o prueba y que lo que anteriormente fue una revelación, hoy es la palabra que necesito para seguir caminando.  De hecho, el título de este artículo es el mensaje que recibí de esa palabra (mientras meditaba en Éxodo 14:13-16) que a continuación compartiré contigo.

«Hay victorias que se alcanzan de rodillas, pero en este tiempo la iglesia se levanta y acciona para conquistar la batalla».

Como Moisés que caminó hacia el Mar Rojo, viendo que el enemigo se acercaba, clamó a Dios y Dios le dijo: «¿Por qué clamas a mi? Ordena y posiciona por que estás a punto de ver Mi poder manifestado».  Cuando más cerca estamos de palpar con nuestros sentidos naturales los milagros y portentos, se levantará mayor oposición de parte del enemigo, así como el ejército de Faraón se acercaba al pueblo de Israel.  Pero de la misma manera en que Dios ya había dado una Palabra a Moisés, así mismo nos las ha dado a nosotros.  Cada uno de nosotros está consciente (se supone) de esa Palabra individual, personal de parte de Dios para expandir Su Reino.  Esa Palabra está esperando ser ejecutada por nosotros para entonces poder ver el Mar Rojo abrirse.

Oramos, lloramos, peleamos con Dios para que nos dé una Palabra y Él lo que está esperando es que hagamos lo que ya nos dijo.  Cuando tenemos niños pequeños les repetimos una y otra vez las instrucciones para ejecutar cierta tarea. Al crecer ya no les explicamos, sencillamente le ordenamos que ejecuten la tarea que tienen que realizar.  No les explicamos porque sabemos que ya ellos saben, aunque a veces se hagan los que no saben.  Aunque Dios como Padre no es como nosotros, nosotros como hijos de Dios, muchas veces actuamos como actúan nuestros hijos. Creo que algo similar sucede.

Justo antes de Moisés clamar a Dios, (v.13) él estaba delante del pueblo de Israel (que estaban molestos, asustados y desesperados por la situación en la que estaban) y les dice que no tengan miedo, desata una palabra profética de victoria y (v.14) les asegura al pueblo que el Señor presentará batalla por ellos.  Él les dijo lo que Dios le había revelado anteriormente, pero estar viviendo la situación, esperar un milagro de Dios y no ver nada fue suficiente para que Moisés clamara a Él.  Ya esta vez Dios no le explicó lo que anteriormente le había explicado, sencillamente le dejó saber a Moisés que la autoridad la tenía él mismo y le dijo que usara su vara.

Cuando enfrentamos tareas difíciles, tenemos que creer que ya de antemano Dios nos ha equipado.  Así como de antemano Dios usó la vara de Moisés para manifestar Su poder, en este momento difícil Dios le recuerda que sigue teniendo la vara en su mano y que con esa vara abriría el Mar Rojo.  Ya Dios nos ha equipado, está esperando que usemos lo que por Su gracia nos ha dado.  No tomemos en poco lo simple o insignificante que pueda parecer lo que tenemos o lo que poseemos. No es el recurso en sí mismo, es lo que el Dios creador de los cielos y la tierra puede hacer a través de lo que nos ha dado.

Venciendo el temor, seguimos caminando.

Bendiciones 🙂