Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios». Hebreos 12:2
Tú y yo hemos sido llamados a caminar sobre la incertidumbre; o sea, por encima de ella. Sólo existe una forma de hacerlo victoriosamente y probablemente tú la conoces tanto como yo, pero se te ha hecho difícil mirar hacia ella.
Incertidumbre es lo mismo que duda, la cual se manifiesta por miedos, ya sean aprendidos o porque no sabemos qué va a suceder. La palabra en Mateo 14:22-34 nos relata el momento en que un hombre que conocía a Jesús se enfrenta a la incertidumbre. Mucho más que conocerlo, caminaba con él y había sido testigo de grandes milagros, aún en su propia casa (Mateo 8:14). Hablo de Pedro. Él se parece mucho a mí y posiblemente te puedes identificar con él hoy.
Pedro era pescador y conocía del mar y de tormentas, pero esta vez obtuvo una lección por parte de Jesús que cambiaría su destino y nos dejaría plasmada una gran enseñanza a todos nosotros. En medio de una tormenta, Jesús lo llama a las aguas. ¿Cómo que a las aguas, si describe que las olas estaban furiosas? Aún así, de inmediato, Pedro respondió al llamado porque su mirada estaba puesta en Jesús, en quien confiaba porque era su maestro y lo había visto hacer milagros. ¿Por qué no ir? Sacó sus pies de la frágil barca y me imagino que lo que experimentó al sentirse sobre las aguas fue muy emocionante y, aún, atractivo. ¿Te imaginas caminar sobre el agua? De repente, miró las fuertes olas, sintió el agua moverse agitada y con violencia debajo de sus pies y cedió ante la incertidumbre. Me imagino que las preguntas en su mente, ahora se convertían en afirmaciones: «Esta tormenta es muy fuerte y me voy a ahogar». Podríamos pensar: «¿Cómo es posible que Pedro, un discípulo y testigo de grandes milagros y enseñanzas, cediera al miedo, si él más que nadie conocía el poder que tenía Jesús y él fue quien lo mandó a llamar?».
El que Jesús nos llame y nosotros respondamos, no nos garantiza que no habrán conflictos, tormentas, aflicciones, ni que la incertidumbre hará su aparición en nuestra mente, pero sí nos garantiza que si confiamos, ejercemos el poder de la fe y mantenemos nuestra mirada fija en el que calma la tormenta, llegaremos al otro lado seguros. Jesús mandó a llamar a Pedro a caminar sobre las aguas inquietas, que para mí tipifican incertidumbres, y él respondió. Pero en el camino, miró por encima de aquel que caminaba sobre las aguas e intercambió poder; se lo entregó a la incertidumbre, quitándole poder a la promesa. Las circunstancias no tienen autoridad ni poder sobre nosotros. Somos nosotros los que le adjudicamos poder a la circunstancia al no declarar y no poner nuestra fe en las promesas. Jesús nos mandó a llamar y a caminar sobre la incertidumbre, como a Pedro sobre las aguas agitadas. Nos prometió a ti y a mi que Él vencería; Él tan sólo espera que confiemos en Él (Juan 16:33).
La vida puede ser como ese mar embravecido, llena de incertidumbres. Se levantan tormentas que yo con mis fuerzas no puedo calmar; seguramente, tú tampoco. Hoy podemos ver calma y, mañana, no sabemos qué pasará. Pero hay una promesa: Él acrecienta las fuerzas en mi debilidad (Isaías 40:29) y me dice que todo lo puedo en Cristo que es quien me fortalece (Filipenses 4:13).
Hoy te hago un llamado: si estas caminando sobre la incertidumbre, que sea con tu mirada puesta en Él, que conoce todas las cosas, nuestro principio y nuestro fin. Que no quites tu mirada de Jesús para ponerla en lo que está debajo de tus pies. Las incertidumbres y las tormentas son pasajeras y no definen quiénes seremos. Pero son buenos momentos para dejarnos ver en dónde está puesta nuestra fe.
He determinado caminar sobre la incertidumbre, mirando y confiando en mi Jesús. ¿Qué decides tú?
«No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios, que te esfuerzo, yo te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia». Isaías 41:10
Edna Liz Rodríguez
Amén! Es difícil, pero se puede!!
Amen