Ustedes no han pasado por ninguna prueba que no sea humanamente soportable. Y pueden ustedes confiar en Dios, que no los dejará sufrir pruebas más duras de lo que pueden soportar. Por el contrario, cuando llegue la prueba, Dios les dará también la manera de salir de ella, para que puedan soportarla». 1 Corintios 10:13 DHHD
¿Te has fijado que a los niños les fascina mirarse al espejo cuando lloran? Me pareció gracioso que después de llamarle la atención a mi hijo y enviarlo a su cuarto a reflexionar sobre lo que hizo, continuaba llorando. Cuando me acerqué a su cuarto para hablar, él estaba frente al espejo mirándose mientras lloraba. Cuando se percató de mi presencia, tuvo que reírse. Me pareció curioso este comportamiento porque también vi a mi hija hacerlo en más de una ocasión más o menos en la misma etapa de su niñez.
Ahora, ¿por qué mirarse al espejo mientras lloran? Creo que todos, en algún momento, sentimos el deseo de ser víctima, de sentir lástima por nosotros mismos, porque de cierta manera atraemos la atención de otros. Queremos sentirnos observados, que otros aprecien lo que somos y lo que hacemos -o hasta lo que nos falta- por si acaso logramos obtener algún beneficio. ¿Has conocido personas que una y otra vez sólo hablan quejándose o la mayor parte de la conversación gira en torno a sus problemas y/o todo lo que hacen o han hecho por otros? Yo sí. Y para serte honesta, en un momento dado, me estaba convirtiendo en esta persona.
Estoy convencida que las mujeres somos más propensas a caer en esta trampa de la lástima. Definitivamente, hacemos muchas cosas y la mayoría de lo que hacemos es dedicarnos a ayudar a otros. Pero, por alguna razón, «nadie» se fija y pasamos lista de todo lo que hacemos y pretendemos recordarlo a todo el que se acerque. Así mismo nos acercamos a Dios. Vamos a Su presencia llorando y pataleando como si tuvieramos que recordarle toda nuestra crisis una y otra vez. Puede ser que pensemos que de esta forma Él nos escuchará y responderá y -al instante- todos a nuestro alrededor nos darán el reconocimiento que esperamos. Por mi parte, el ver a mis hijos en ese comportamiento, para nada despertó en mí lástima. Al contrario; me dio risa porque sabía que era sólo un momento pasajero y ellos lo hacían todo un «drama». Además, sabía que eran capaces de soportar un simple regaño o castigo.
Dios jamás nos dará cargas que no podamos llevar. Aunque es real cómo nos sentimos en el momento de una prueba, del cansancio, no nos podemos quedar mirándonos en el espejo con lástima, diciendo: «Qué pobrecita soy». Ahora bien: tiene que llegar el momento de parar de llorar, de no vernos como víctima y que otros nos tengan lástima.
En algún lugar leí esto: «Lástima= excesiva queja acerca de nuestras desgracias». Cuando te mires al espejo o te sientes a conversar con otros, redirecciona la queja. Trae a memoria todas las bendiciones que Dios te ha dado. Deja de mirar continuamente lo que falta, lo que te hicieron, lo que duele, lo que te quitaron, lo que perdiste, lo que hubieras hecho «en vez de…», lo que hacen o no hacen otros. No limítes más tu vida, tiempo y propósito. No te restrinjas del maravilloso plan de Dios de vivir en abundancia a pesar de las aflicciones. “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tenéis tribulación; pero confiad, yo he vencido al mundo”. Juan 16:33 LBLA
La lástima es destructiva y la manipulación se fortalece con ella. El invertir nuestro tiempo en lamentarnos para acercar a otros, para que nos entiendan y lleguen a amarnos o, tal vez, se conmuevan y nos ayuden, producirá que los alejemos. Las relaciones saludables y duraderas jámas tendrán como base la manipulación.
Vuelve a mirarte al espejo, pero esta vez, viendo a una mujer virtuosa que fue diseñada con el potencial y la fuerza de soñar, pero también de construir, enseñar, alimentar, vestir, guiar, volverse a levantar, de amar y ser admirada. “Mujer ejemplar no es fácil hallarla; ¡vale más que las piedras preciosas!”. Proverbios 31:10 DHHD
“Ella se ciñe de fuerza, y fortalece sus brazos”. Proverbios 31:17 LBLA
Hoy, frente al espejo, ¡sacúdete la lástima!
“Fuerza y dignidad son su vestidura, y sonríe al futuro. Abre su boca con sabiduría, y hay enseñanza de bondad en su lengua”. Proverbios 31:25-26 LBLA
Edna Liz
PODEROSA ENSEÑANZA,….así que ha sacudirnos!!
Wow Pastora Ednaliz que poderosa palabra para restaurar la imagen de muchas mujeres y sanar identidades desvirtuadas. Te bendigo!