De los hijos de Isacar, expertos en discernir los tiempos, con conocimiento de lo que Israel debía hacer, sus jefes eran doscientos; y todos sus parientes estaban bajo sus órdenes». 1 Crónicas 12:32

No sé si soy la única, pero mi espíritu no resiste; se encuentra inquieto porque sabe que estamos en tiempos cruciales. Nosotros -los hijos de Dios- tenemos que ser entendidos de los tiempos que estamos viviendo. Tenemos que ser como los hijos de Isacar que eran expertos en discernir los tiempos. Muchas veces perdemos el tiempo pensando en lo que nos pasó, en lo que pensarán de mí, en cómo lo hago, pero no nos enfocamos en las promesas y en lo que el Padre ha dicho sobre nosotros. Es tiempo de alinearnos a Su palabra, a Sus promesas, para que así nuestro propósito sea cumplido aquí en la tierra.

Es tiempo de tener aún mayor intimidad con el Padre. Ahí es donde Dios te revelará cuál es el camino que debes caminar. Algunas veces te encontrarás en un tiempo de silencio, sin una palabra que venga de parte del Padre. Es durante esos momentos en los que deberás buscar tener más intimidad con Él, conocer qué hay en su corazón, cuál es el paso que debes dar y hacia dónde te debes dirigir. Tendrás de esta manera, una fe que te movilizará para el cumplimiento de la palabra declarada sobre ti. Saldrás en el tiempo que Dios te asignó y hacia el lugar específico en donde Él habrá de ponerte.

Comenzarás a tener revelaciones que serán dadas para el territorio de tu asignación. Al ser entendida en el mover de Dios, todo aquello que en algún momento vino a tu vida para detenerte, huirá de ti porque te has alineado a su promesa, a su voluntad. Es un tiempo en donde tu llamado profético se alínea a aquello para lo que fuiste creada. En este tiempo, procurarás buscar lo que el Padre desea, tendrás el corazón de Él y lo lograrás activando todos tus sentidos espirituales.

¿Sabes en qué tiempos estamos? ¿Estas alineada a sus promesas? Es tu tiempo y mi tiempo de caminar en Sus promesas, entendida en los tiempos y con el corazón de Papá.

Magda