No tuvieron sed cuando los llevó por los desiertos; les hizo brotar agua de la piedra; abrió la peña, y corrieron las aguas». Isaías 48:21

Durante este fin de semana, la palabra oasis retumbaba en mi mente. Le pregunté al Padre qué me quería decir con esta palabra. «¿Qué me quieres enseñar? ¿Qué me quieres mostrar?». Rápido comencé a analizarla. Me detuve por un momento y empecé a pensar en las veces que salimos de paseo hacia lugares lejanos. Nos encontramos en el camino lugares que llamamos «oasis», en donde las personas se detienen para saciar su necesidad, alimentarse, descansar y, luego, seguir su rumbo hacia su destino.

Busqué el significado de oasis y dice: «Lugar con agua y vegetación en un desierto, constituido por afluencia de las corrientes subterráneas de agua […] En el contexto del desierto (Sahara, Gobi), el oasis es una gota de agua en miles de kilómetros de arena». Los oasis se encuentran en el desierto. ¡Wow! Qué poderoso y cómo nos habla una sóla palabra. Llegué a la conclusión de que en cada desierto de tu vida encontrarás un oasis que se convertirá en el lugar de bendición y de reposo en donde tus necesidades serán satisfechas y donde podrás descansar y retomar fuerzas, para así poder llegar al destino que Dios ha puesto en tu vida.

«Bienaventurado el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques. Irán de poder en poder; verán a Dios en Sion». Salmo 84:5-7 

Aunque estés pasando por un desierto o lo hayas pasado, ¡ten paz!, porque en medio del desierto está el oasis de Dios donde te alimentará, te hará descansar y retomarás las fuerzas para catapultarte al lugar de tu destino. Y cuando estés cruzando el desierto, encontrarás un puente en donde tu fe y la obediencia serán las que te llevarán a tomar posesión de la tierra de tu bendición: tu tierra prometida.

Magda