Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles». Efesios 3:19
Hace unos días, meditaba en lo inmenso y profundo del amor de nuestro Padre celestial. He visto a muchos no poder vivir a plenitud y disfrutar la vida cristiana porque no han entendido la profundidad de ese amor y, por consiguiente, se alejan, pensando que no hay regreso. ¿Sabías que Su amor es tan grande que en nuestra mente humana no lo podemos comprender?
Pablo lo afirmó en Efesios 3:14-21. Aunque lo intentamos, es casi imposible, porque no se ha conocido un amor igual. Ni tan siquiera el amor que sentimos por nuestros hijos se puede comparar. Comparamos Su amor con el amor terrenal -que siempre tendrá condiciones- mientras que Su amor por ti y por mí es incondicional. Muchísimas veces nos sentimos que no podemos acercarnos a Su presencia porque sabemos que nuestra manera de vivir no es la correcta o, simplemente, hemos tratado y de momento fallamos. Nos sentimos incapaces de vivir a la altura de lo que otros nos han enseñado que es una vida cristiana. Pensamos que para recibir Su amor «tengo que hacer esto o lo otro», lo que nos lleva a alejarnos de Su presencia y, por consiguiente, de una vida de plenitud. Hoy tengo una buena noticia: no se trata de lo que puedes hacer ni de lo perfecta que sea tu vida. Se trata de que confíes en que Él te ama sin importar cómo te encuentras hoy o lo que le puedes dar.
No te imaginas lo que Él es capaz de hacer en tu corazón si decides creer en el poder de Su amor. No importa si fallaste, vuelve a creer que Su amor cubrirá tus faltas y te dará el ánimo para resistir. El hará en ti más de lo que imaginas. Sólo tienes que entregarle tu corazón una vez más y sumergirte en la profundidad de Su amor.
Edna Liz