Levantaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene del Señor, que hizo los cielos y la tierra». Salmos‬ ‭121:1-2‬ ‭

¿Necesitas ayuda? ¿Hacia dónde miras en el tiempo difícil? No hagas como hace la mayoría; hablan de conocer a Jesús y -al llegar la crisis- gritan por ayuda al que sólo se las pudiera dar por un instante o, quizás, ni puede venir a su socorro. ¿Cuántas veces hemos cometido el error de ir en busca de ayuda al menos indicado?

En Mateo 14:22-33 encontramos a un Pedro que conocía a Jesús y quien fue testigo de numerosos encuentros milagrosos. Se encontraba en una barca en medio de un fuerte oleaje y al ver venir a Jesús caminando sobre la aguas, le pidió llegar hasta él. Ya caminando sobre ellas, decidió quitar su mirada de quien había visto hacer milagros y la puso en las fuertes olas. ¿Cuántas de nosotras nos hemos encontrado en un momento similar?

Hemos visto a Dios obrar a nuestro favor. Somos testigos de Su cuidado, pero al venir la dificultad, la duda nos distrae. Pedro, ante el panorama en el que parecía tan imposible el sobrevivir, dudó y quitó su mirada de Jesús para ponerla en las olas. Lo que sucedió ya lo conoces; comenzó a hundirse. Jesús ultilizó ese momento para darles a todos una gran enseñanza después de rescatarlo. «¿Por qué dudaste?», le preguntó Jesús. Exacto, ¿por qué dudó? Si Pedro había sido testigo de milagros, él conocía a Jesús y su poder. ¿Sabes por qué? Porque confiar es una decisión. ¿Confío o no confío?

Si los vientos han comenzado a soplar en tu contra, no permitas a la duda que quite tu mirada de Él. Decide confiar. No te distraigas, no pidas socorro a quien no puede ayudarte por completo. Levanta tus ojos a los montes. Así podrás percatarte del esplendor de Su cielo que cuenta de la grandeza de nuestro Dios. Él oirá tu clamor y vendrá a tu rescate.

Edna Liz