Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor». 1 Corintios 13:13

Si lees 1 Corintios 13 completamente, verás el valor tan profundo que tiene el amor. Del verso 4 al 8 describe que: «el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…».

Qué gran importancia Dios le da al sentimiento que conocemos como amor. Dios nos está llamando a que todo lo que hagamos sea con amor. El Padre anhela que seamos imitadores de Él; que amemos sin medida, sin prejuicio y sin esperar nada a cambio. Que amemos a nuestros amigos así como a nuestros enemigos. Y me voy a tomar un momento en este punto: qué difícil se nos hace amar a alguien que nos haya lastimado. Es ahí donde el Padre nos quiere llevar; a que -no importando lo que haya pasado- el amor siga habitando en tu corazón y en todo tu ser.

Que lo que habite en ti sea el perdón y el amor hacia otros. Algunas veces me he detenido un minuto y comienzo a pensar qué haría el Padre en situaciones específicas. Me he topado con situaciones en las que que me ha tocado amar, aunque no sea recíproco. Y ten por seguro que, algunas veces, he reaccionado no como lo haría el Padre. Pero, el Padre nos enseña a dejar todo a un lado y a que amemos sin medida.

Su palabra es clara y lo que permanecerá en nuestras vidas -antes y después- será el amor. Procuremos vivir cada día amando a otros como a nosotros mismos. Jesús sacrificó su vida por ti y por mí, sólo por amor. Enfoquémonos en que nuestra fe vaya más allá de nuestra percepción, nuestra esperanza vaya más allá de lo que vemos, pero que -sobre todo- nuestro amor trascienda en todo lo que hagamos. El amor es el sentimiento, o más aún, el don que debería mantenerse constante en nuestras vidas.

El amor lo es todo y es Él quien nos enseña a amar.

Magda