Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros». Santiago 4:8

Hace algún tiempo, mientras veía una película, esta frase en inglés resaltó entre todo lo que escuché: “If you want to stay warm, you stand next to the fire”. En español se traduce como: “Si quieres mantenerte caliente, necesitas pararte cerca del fuego”. Ni tan siquiera pude continuar entendiendo concentrada en lo que veía, porque estas palabras se repetían continuamente en mi mente.

Cuando tenemos frío, rápidamente buscamos la manera de cómo calentarnos porque las temperaturas altamente frías nos incomodan. Así mismo nos sucede cuando comenzamos a separarnos de la Presencia de Dios: nos sentimos incómodos. Puede ser que en un principio no nos percatemos de cuánto nos estamos alejando de Él, pero debemos aprender a reconocer las señales de frialdad que nos incomodan, antes de que sea demasiado tarde y muramos de hipotermia espiritual.

La Palabra compara la Presencia de Dios con fuego. Algunos ejemplos que encontramos en ella, son cuando Dios se manifestó a Moisés en una zarza ardiendo. En otro momento, cuando el pueblo de Israel fue guiado por una columna de fuego durante la noche en el desierto, y también lo vemos manifestado como lenguas de fuego en Pentecostés, entre otros momentos. Nos queda claro que también el fuego representa «pasión, un sentimiento muy fuerte o una emoción intensa hacia algo». Si no nos percatamos de que nos estamos alejando del fuego de la presencia de Dios, corremos el riesgo de perder nuestra pasión por Él, que es lo que nos lleva a servirle con entusiasmo, a obedecerle sin cuestionamientos y a amar sin reservas.

Los afanes de este tiempo como, por ejemplo, las horas excesivas de trabajo, los compromisos familiares o ministeriales sin orden y las prioridades mal definidas, pueden ser tan tentadores que nos pueden alejar fácilmente de ese fuego que debemos mantener ardiendo continuamente. Tenemos que reconocer que es fácil alejarnos del fuego de Su Presencia si no estamos conscientes que tenemos que acercarnos a Él continuamente. El salmista David decía: «Buscad al Señor y su fortaleza; buscad su rostro continuamente” (1Crónicas 16:11). El dejar de congregarte, de orar, adorar y leer la Palabra por falta de tiempo, son señales contundentes de que estás alejada del fuego de Su Presencia y la pasión está apagándose a pasos agigantados.

Aprende a reconocer las señales de frialdad y vuélvete al fuego de Su Presencia. Sólo ahí, en Su presencia, con un corazón honesto, humillado y que reconoce la necesidad de Él, serás calentada y avivada por el calor de Su fuego.

«El SEÑOR está cerca de todos los que le invocan, de todos los que le invocan en verdad». Salmos 145:18

Edna Liz