Él restaura mi alma; me guía por senderos de justicia por amor de su nombre». Salmo 23:3

No sé si sabían, pero el proceso a través del cual recibimos el pegamento blanco es por medio de una herida que le hacen a la corteza de un árbol. De ahí extraen la leche (líquido blanco) que suelta el árbol y lo utilizan para hacer el pegamento. Me ministró este proceso porque para nosotros poder utilizar este producto, el árbol tiene que sufrir una herida.

Algunas veces en nuestras vidas podemos pasar por un proceso similar al del pegamento blanco, en el que a través de una herida es que podemos acercarnos más al Padre y permancer pegados a Él durante nuestra vida. Puede ser que Dios utilice una herida en tu pasado para que voltees a Él tu mirada. En mi vida, esa fue una de las causas que hizo que yo volteara mi mirada a Él. ¿Y saben qué? Después de que entregué mi vida a Cristo, no he vuelto a mirar atrás. He puesto mi mirada en Él y cada día vivo enamorada de mi Dios. Así es que si has sido herida en tu pasado, pon tu mirada en el Padre. Entrégale todo tu ser a Dios y verás cómo esa herida sanará. Y como dice en su Palabra en el Salmo 147:3: «Él sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas».

Cada vez que nosotros hemos sido heridos, es Su naturaleza y anhelo el ponernos sus manos, cubrirnos con sus vendas y así sanar todas nuestras heridas. Deja que el Padre ponga sus manos poderosas en tu corazón, en tu dolor. Verás cómo te sentirás libre y sanada por su Amor. Serás su testimonio vivo, de gran bendición para muchos, quienes escucharán lo que hizo el Padre por ti. Yo soy un testimonio vivo del poder de Dios.

Y tú, ¿qué esperas? Entrega todas tus heridas al Dios vivo y sé libre.

Magda