Ya se acerca el fin de todas las cosas. Así que, para orar bien, manténganse sobrios y con la mente despejada”. 1 Pedro 4:7

Podríamos pensar que cada vez que nos presentamos delante de Dios, estamos elevando una oración. Pensamos, tal vez, que el «desahogarnos» en Su presencia es una oración. Pero este verso me enseña que -para orar bien- necesitamos mantenernos sobrios y con la mente despejada.

Una persona sobria se caracteriza por su auto-control, seriedad, sano juicio moral y porque se comporta con tranquilidad. Hay momentos en los que corremos en búsqueda de Su presencia porque nos hemos enterado de alguna noticia o estamos viviendo una situación terrible y hemos perdido el auto-control, el juicio y lo menos que hay en nuestra vida en esos momentos es tranquilidad. Dios nos espera y se deleita en recibirnos así como estemos. Pero tienes que saber que a Él no le interesa solamente ser tu «paño de lágrimas», sino, que lo que Él desea es trabajar con tu corazón para que no te levantes de la misma manera.

Orar con la mente despejada significa tener una mente que esté libre de estorbos y obstáculos. ¿La petición que presentas delante de Dios, realmente la presentas o es más bien un obstáculo al momento de orar? Si deseamos que nuestra oración sea eficaz, tenemos que permitir que Dios trabaje con nuestro corazón, nuestras emociones y que Su palabra gobierne sobre nuestra mente.

Si tu «petición» se ha convertido en un «estorbo», te recuerdo lo que dice en Salmos 55:22: «Echa sobre el SEÑOR tu carga, y Él te sustentará; Él nunca permitirá que el justo sea sacudido».

Presenta tu petición delante de Dios como estés, pero levántate de allí reconociendo Su Soberanía sobre tu vida y sobre todas las cosas, aún aquellas que nosotros no podemos controlar.

Lisandra