En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz». Génesis 22:18

¿Qué de ti tiene que morir para que Él sea quien viva en ti? ¿Qué tienes –de alto precio– que debe ser entregado?

Como madre de una niña de seis años, la historia de Abraham y su hijo Isaac me confronta grandemente. Luego de tantos años, Sara -con noventa años de edad- y Abraham -con cien- son bendecidos por Dios al darles el milagro de una generación a través de Isaac. Para Abraham, era lo más preciado: la promesa del Dios Todopoderoso cumplida, la cual marcaba su descendencia.

Cuando todo parecía estar bajo control, Dios prueba a Abraham pidiéndole en sacrificio a su único hijo, Isaac (único con su esposa Sara). ¡Wow! Sólo detente un segundo y medita en este escenario… ¿Darías a tu hijo/a en sacrificio?

Abraham fue obediente. Puedo imaginar que con miles de preguntas y con gran dolor en su corazón, caminó hacia el cumplimiento de la petición de su Padre Celestial, entendiendo quién era Él. Automáticamente, Dios lo detiene antes de proceder con el sacrificio, porque vio en Abraham un corazón de obediencia y lo honró (Genesis 22:1-24).

El reconocer quién es el dueño y Señor de nuestra vida, más obedecer ante sus peticiones, nos coloca bajo sus bendiciones y agenda perfecta.

«Y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos». Genesis 22:16-17

¿Cuál es tu «Isaac»?

Dios quiere entregarnos aún más de lo que Él ya nos ha dado. Quiere sorprendernos con sus propósitos eternos y guiarnos hacia la conquista de lo que nos pertenece como hijos. Lo que tú entregues hoy, ¡¡¡activa el camino de bendición de tus generaciones!!! Cuando morimos a nuestro yo para que Él sea capitán de nuestra vida, es cuando comenzamos a vivir en plenitud, bajo Su gracia y favor. ¡No luches más! ¡¡¡Entrega lo que le pertenece y verás su Poder!!!

«Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia». Filipenses 1:21

Jennifer